"ADAHY"
Érase
que se era, una princesa que vivía con su familia en un gran castillo en algún
lugar del Sur de Europa.
Los
padres de la princesa eran los reyes de un pequeñísimo reino y los tres
formaban una auténtica familia perfecta: eran cariñosos, dedicaban muchas horas
del día a jugar juntos, tenían muchos amigos…
La
princesa, lejos de ser la típica niña delicada que dedicaba sus horas a
peinarse, pintarse, jugar con muñecas… era una niña muy activa que pasaba mucho
tiempo estando con sus mascotas y enseñándolas a hacer grandes trucos, pues su
mayor deseo era ser la domadora de animales estrella de un circo ambulante. Sus
padres, por su parte, estaban realmente orgullosos de todos los logros de su
hija puesto que, como los reyes tenían pensado seguir ampliando la familia, la
princesa no tenía el peso de ser la heredera del trono ya que este sería el
primer hijo varón y por lo tanto ella podría dedicarse a ser domadora en un
futuro.
Así
pasaron 16 años de la vida de la princesa, en un hogar lleno de amor y alegría,
hasta que al llegar a esta edad su madre se puso muy enferma y murió. En este
momento, toda la vida de la princesa cambiaría para siempre. Al no tener ningún
hijo varón que heredase el trono, el padre (con mucho dolor por truncar los
sueños de su hija) le dio la terrible noticia de que no podría triunfar en el
circo ya que debía casarse de inmediato con el príncipe de un reino cercano que
era íntimo amigo de la familia. El reino se encontraba en una situación muy
inestable al no tener ningún heredero y en cuanto los príncipes se casaran
unirían los territorios que gobernaban y todo volvería a la calma.
La
princesa, que se sentía muy sola y triste, primero con la muerte de su querida
madre y después con la noticia de sus próximas nupcias con un hombre al que no
amaba, estuvo semanas intentando convencer a su padre de que no podía hacer eso
y de que tenían que encontrar otra solución. Pero su padre no accedía a nada,
pues lo más rápido y sencillo era que su hija se casase cuanto antes. Así, la
noche antes de la llegada del príncipe a palacio, la princesa decidió huir. Cogió
un pañuelo de seda azul que su madre le hizo a mano, una pequeña brújula de oro
que pensó que le sería útil para no perderse en el bosque y una horquilla con
diamantes incrustados que sus padres mandaron fabricar cuando nació y que era
típico que llevasen las princesas en las fiestas de palacio. Además, cogió un
traje de domadora muy original que ella misma había confeccionado para las
pequeñas actuaciones que hacía a su familia en palacio. Con todo esto ya metido
en su pequeña mochila esperó a que su padre se durmiera y salió de palacio lo
más sigilosa y rápidamente posible, no sin antes despedirse de todas sus
mascotas a las que tanto quería e iba a echar de menos.
La
noche que escapó corrió y corrió por el bosque, siempre en dirección al Norte y
cuando llegó la mañana descansó escondida entre unos arbustos. Así pasó semanas
enteras y siempre caminando en dirección Norte porque pensaba que cuanto más
lejos estuviese de su reino, menos probabilidades habría de que la
reconociesen.
Después
de caminar durante muchos meses llegó a un reino que se situaba en la cima de
una montaña y como ya estaba cansada de estar sola y de andar entre los bosques
pidió trabajo como sirvienta en la casa de unos nobles. Estos nobles, tenían
mucha fama en el reino por las grandes fiestas que realizaban y el matrimonio
no tuvo ningún problema en contratarla pues siempre venía bien tener servicio
de sobra para sus festejos.
Cuando
el matrimonio le preguntó de dónde venía y como se llamaba se puso muy nerviosa
pero ella ya tenía una historia inventada para salvaguardar su identidad: la
princesa, entre sollozos, les contó que al vivir siempre sola y no tener
familia nunca la habían puesto un nombre. También les contó que vivir sola en
la ciudad era muy peligroso para una joven como ella por lo que había vivido siempre
en el bosque y trabajado ayudando a recoger la cosecha o como sirvienta. Cuando
los nobles escucharon la historia no daban crédito y pensaron que era un incordio
tener una criada sin nombre por lo que la dijeron que la iban a poner un apodo
para referirse a ella. Así, la señora de la casa pensó en un nombre que creía
perfecto para su nueva sirvienta y por el cual se la empezó a conocer en el
reino: Adahy, que significa “la que vive en el bosque”.
Desde
el principio, en el pueblo notaron que la chica tenía un vínculo especial con
los animales pero todos lo achacaron a que “había vivido toda la vida en el
bosque” y no a lo que en realidad pasaba, que Adahy era una excelente domadora.
Pasaron
unos meses y la princesa ya estaba bastante aburrida de servir hasta que un día
la señora de la casa la dio una gran sorpresa: iban a celebrar una fiesta de
tres días en la casa e iban a invitar a un circo para hacer espectáculos, por
lo que ella se tendría que encargar de servir a los artistas del circo, pues
era un circo muy famoso y de alta categoría.
La
princesa no se podía creer su suerte y cuando llegó el circo no dejó de
trabajar para que estuviesen lo más cómodos posible. Ella estuvo trabajando
durísimo durante los tres días para poder tener las noches libres y así poder
disfrazarse con su traje de domadora y acercarse a los trabajadores del circo
para darse a conocer.
Así,
la primera noche se puso su traje de domadora, se arregló hasta estar
prácticamente irreconocible de lo bella que había quedado y se dispuso a ver el
espectáculo. Al final de las actuaciones, los artistas se mezclaron con la
nobleza para disfrutar de la fiesta y la princesa aprovechó la oportunidad para
acercarse a los animales y demostrar sus grandes dotes. Todos se quedaron
impresionados de la gran habilidad de la joven, sobre todo uno de los acróbatas
del circo que no dudó en acercarse y presentarse a la princesa.
El
acróbata había quedado prendado de la belleza y la maestría de la princesa y
esta quedó embaucada por la forma de hablar tan educada del acróbata. Así,
empezaron a hablar y se dieron cuenta de todas las cosas que tenían en común.
El acróbata enseguida le empezó a contar toda su vida a la princesa y el hecho
de que ella fuese más reservada y evitara las preguntas personales que le hacía
avivaba la curiosidad del artista.
La
princesa, por su parte, sentía tal simpatía por el acróbata y le había gustado
tanto que se moría de ganas por revelarle quien era pero sentía una gran
angustia al pensar que él creyese que le estaba mintiendo o la tomase por loca.
Después
de quedarse en vela toda la noche, terminó decidiendo que si tanto le gustaba
no podía mentirle y que le pondría pistas para que el solo descubriese quien
era. Con esta decisión, a la mañana siguiente, cuando estaba limpiando la
habitación al acróbata, le dejó su pañuelo de seda azul encima de la almohada.
El acróbata al ver el pañuelo se extrañó un poco pero pensó que lo más seguro
es que a alguna sirvienta se le cayese al limpiar y lo dejó encima de la mesa
por si volvían a por aquel pañuelo tan delicado.
A
la segunda noche, el acróbata y la misteriosa domadora volvieron a encontrarse
y esta volvió a destacar por su gran habilidad con los animales. El acróbata
estaba ya loco de amor por aquella domadora (Adahy), que pensaba que era la
mujer más perfecta que había conocido y se acercó a ella para invitarla a dar
un paseo lejos de aquel barullo pero la princesa, muerta de la vergüenza,
prefirió decir que no.
A
la mañana siguiente, la princesa le dejó encima de la cama su pequeña brújula
de oro y cuando el acróbata la encontró ya no pensó que hubiese sido un
accidente y muerto de curiosidad decidió que a la mañana siguiente iba a estar
muy atento de quién entraba en su habitación para resolver el misterio porque
además los dos objetos que habían dejado eran de mucho valor y no entendía
quién se los podría haber regalado sin ni siquiera presentarse, ¿quizá los
señores de la casa como agradecimiento?, ¿quizá algún admirador de su trabajo?
Pasó
el día y cuando llegó la noche y el acróbata vio entre el público a Adahy se le
pasaron todas las preocupaciones y tomó como objetivo que esa noche, sí que sí,
iba a descubrir de dónde venía aquella chica pues era su última noche en la
casa y no podía permitir que también fuese la última noche en la que viese a
aquella increíble mujer. Pero se fue a la cama igual que las noches anteriores
y muy, muy apenado porque pensaba que aquella peculiar domadora no estaba
interesada en él.
Esa
noche, ni el acróbata ni la princesa pudieron dormir pensando en el otro y en
como terminaría su historia.
Por
la mañana, el acróbata decidió hacer guardia cerca de su habitación para
resolver el misterio de quién dejaba aquellos objetos en su cama. Después iría
a ver a los señores y les preguntaría por el paradero de aquella invitada tan
especial.
Pasaron
los minutos, las horas y cuando ya empezaba a quedarse dormido del aburrimiento
una sirvienta entró en su habitación. El acróbata se levantó de un salto y
sigilosamente abrió la puerta, la sirvienta estaba de espaldas. Aquel cuerpo le
resultaba familiar, pero no dijo nada. La sirvienta limpiaba con brío el suelo
y cuando terminó se dispuso a dejar la última de sus pertenencias encima de la
almohada del acróbata. Si cuando él encontrase aquella horquilla entendiera
quien es ella, entonces no le negaría la verdad y le confesaría que ella
también le amaba.
El
acróbata, por su parte, al ver que la sirvienta dejaba algo brillante encima de
la almohada entró como un loco en la habitación y cuando la princesa se giró
para ver quién era y sus ojos se encontraron con los del acróbata, este se
quedó blanco.
Entonces
reconoció a la domadora y después de un segundo de confusión se acordó. Se acordó
de aquel reino descontrolado ante una crisis de palacio y de una pequeña
princesa con sueños circenses desaparecida. Después se acordó de las noches
anteriores y de la maestría de aquella domadora con modales tan finos. Ella,
paralizada por susto, no podía hablar.
El acróbata cerró la
puerta tras de sí y muy despacio y muy bajito para que nadie le oyese dijo “Ya sé
quién eres y voy a guardar tu secreto pero tengo dos proposiciones que hacerte
antes: ¿te gustaría empezar una nueva vida siendo parte de nuestro circo? y ¿te
puedo dar un beso?”. La princesa, con una sonrisa en los labios, solo pudo
decir “Sí y sí”.
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El
cuento “Adahy” es una adaptación del cuento “Toda clase de pieles”.
La
estructura del cuento que he creado es la misma que la del cuento contado en
clase:
- La familia de la protagonista es aparentemente muy feliz.
- La muerte de la madre supone un giro en la vida de la protagonista.
- La princesa tiene que huir por un suceso que ella no quiere que suceda y del cual no tiene culpa.
- En la historia hay unos objetos que dan pistas de quien es ella y que ella muestra voluntariamente a otra persona.
- La protagonista asume dos personalidades
- Conoce en una fiesta a quien será su enamorado.
- El enamorado descubre quien es en realidad la protagonista.
Pero
aunque la estructura en sí sea la misma he cambiado algunas cosas con respecto
al cuento que escuchamos:
- La protagonista huye porque la van a obligar a casarse con otro príncipe y no con su padre. Además, otro de los motivos de su huida es que no va a poder alcanzar su sueño si se casa.
- La protagonista no le pide regalos al padre para ganar tiempo sino que solo intenta persuadirle de la idea.
- Los objetos y trajes que coge la protagonista antes de huir son completamente diferentes.
- En mi cuento la protagonista no se hace pasar por loca sino que pide trabajo en una casa.
- La princesa no se enamora de un príncipe sino de un acróbata.
Esta
adaptación la utilizaría en sexto de primaria porque pienso que la
trama y el lenguaje es un poco complicado para niños más pequeños. Además,
después de haber estudiado los temas que les interesan a los niños según su
edad, pienso que los niños de ciclos inferiores no encontrarían interesante un
cuento sobre amor y búsqueda de un sueño que es básicamente de lo que trata
esta adaptación.
Perfecto, pero no olvides que, aunque siempre hay que redactar bien, el lenguaje no es lo más importante cuando se trata de un cuento que va a ser contado y no leído. Recuerda que los textos folclóricos deben respetar su forma tradicional de transmisión: la oral.
ResponderEliminarMuy chulo!!
ResponderEliminarLa verdad que cuando me dijiste que habías escogido como protagonista a una princesa que quería ser domadora me quede a cuadros, no sé, no me esperaba que escogieras algo así Jajajaj
Después de leer tu cuento he de decirte que me ha gustado mucho y también la redacción que tiene, pues creo que esta escrito muy muy bien.
Bravo Miriam !! :) :)